Había un perro bueno,
al que maltrataban los gatos.
Había un perro bueno,
que amaba los zapatos.
Había un perro bueno,
que odiaba los relatos.
Había un perro bueno,
que le gustaba los campeonatos,
cuando eran bravos.
Había un perro bueno,
al que le encantaba los rebatos.
Había un perro bueno,
que odiaba a los autorretratos.
Había un perro bueno,
al que le gustaba romper platos.
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